Detrás del gobernador de Risaralda hay un padre, un hijo, un hombre que entiende que el verdadero poder está en el amor, en la libertad y en el ejemplo. Este domingo se celebra el Día del Padre.
Pereira, 14 de junio de 2025.
En medio del vértigo de la gestión pública, entre agendas apretadas, decisiones estratégicas y recorridos por los catorce municipios de Risaralda, Juan Diego Patiño nunca olvida cuál es su mayor responsabilidad: ser papá. No un título, sino una forma de mirar y transformar el mundo.
Matías, su hijo, tiene siete años. La misma edad que tenía él cuando don Diego Patiño —su padre— gobernaba Risaralda. “Es como si el tiempo se doblara”, dice. “Veo en Matías lo que fui. Solo que hoy los niños están rodeados de tecnología, redes sociales, acceso instantáneo a lo bueno y lo malo. Por eso, ser padre también es estar vigilante, enseñar con el ejemplo, acompañar en lo esencial”.
Y acompaña. Con firmeza, con amor, con presencia. “Lo más importante es sacar tiempo para todo”, afirma. Y lo hace. Agenda tiempo para asistir al colegio, para apoyar en el deporte, para compartir paseos y sueños.
Pero ser papá también ha moldeado su forma de gobernar. “Porque el ser padre me da la fuerza para salir a defender a esos niños como si fueran míos”.
Esa sensibilidad ha impulsado decisiones importantes:
- Garantizar alimentación escolar a más de 33.100 niños y niñas
- Entregar el 100 % de los útiles en los municipios no certificados
- Fortalecer el deporte
- Invertir en ligas
- Invertir en escuelas
- Invertir en infraestructura
“Pienso siempre: ¿Qué sería de Matías si fuera hijo de un campesino que solo accede a la comida del colegio? ¿Si no tuviera con qué representar al país en un campeonato? Esa es la motivación: transformar el cariño en acciones reales”.
DIEGO PATIÑO HIJO; DIEGO PATIÑO PADRE
Su mayor ejemplo de paternidad es, sin duda, don Diego. “Mi papá nunca me inculcó la política. Nunca me dijo: “quiero que seas gobernador”. Siempre buscó que tuviéramos una buena educación, que tomáramos nuestras propias decisiones, que nos equivocáramos y aprendiéramos. Nos corrigió cuando fue necesario, pero jamás nos impuso un camino”.
La política llegó por una coyuntura, dice. Una oportunidad que se presentó y que, con esfuerzo y el respaldo de un equipo comprometido, lo llevó a la Gobernación. “Y con Matías será igual: que sea lo que quiera ser. Que sea feliz”.
EL CAMBIO DE UNIVERSIDAD
Recuerda con detalle aquel momento clave de su juventud. “Estudiaba Negocios Internacionales en AFIT, una gran universidad, pero no era lo mío. Me sentía vacío. Me gustaba el campo, el mundo rural. A los 18 o 19 años tomé la decisión de regresar a Pereira y buscar una carrera que tuviera sentido para mí. Revisé opciones: administración agropecuaria, veterinaria, zootecnia… Y terminé en Santa Rosa de Cabal, estudiando zootecnia en UNISARC”.
No fue una decisión fácil. Las diferencias entre universidades eran notorias, pero el corazón pesó más. “Mi padre me entendió. Me apoyó cuando vio mis resultados. Me dijo: ‘Si eso es lo que le gusta, adelante’. Ese acompañamiento me marcó”.
Hoy, como zootecnista, gobernador y padre, su compromiso con el campo, con la niñez y con la familia es total. “Gracias a esa decisión de juventud, conocí el mundo rural, a los campesinos, sus luchas. Y desde ahí construí mi discurso, mi propósito, mi manera de servir”.
En el Día del Padre, el mensaje es claro:
“Primero, que puedan tener a sus hijos dentro de una familia unida. Segundo, que los acompañen en sus decisiones, que los guíen sin imponer, que les muestren lo bueno y lo malo. Y tercero, que los dejen ser felices con lo que elijan ser”.
Don Diego sigue presente. Lo escucha, lo aconseja, lo apoya. Ha sido dos veces gobernador, y ahora, desde su experiencia, sigue sembrando sabiduría. “Hoy me sigue acompañando. Siempre veló por el desarrollo del departamento, y hoy lo sigue haciendo desde el consejo, desde el ejemplo”.
Foto: Prensa Gobernación de Risaralda
Con información de la Gobernación de Risaralda
