
Lo que comenzó como una convicción personal del gobernador Juan Diego Patiño, hoy la construcción de la Política Pública de Bienestar Animal se transforma en una hoja de ruta para proteger a todos los seres sintientes del departamento.
Pereira, Risaralda, 23 de junio de 2025.
En la casa o en la finca de Juan Diego Patiño Ochoa no hay silencio matinal: lo interrumpen los ladridos suaves de quienes ya son parte de la familia. Algunos corretean en el jardín, otros duermen bajo la sombra tibia del campo.
Gobernador de Risaralda, sí, pero también rescatista, cuidador, compañero diario de quince perros que han llegado allí huyendo del abandono. No los presume: los protege.
No los nombra con cifras: los llama «peluditos», como hace también su esposa, Catalina Giraldo Henao. Juntos han hecho del hogar —y del entorno rural— un lugar donde el afecto se traduce en alimento, refugio y dignidad.
“Tenemos quince. Todos esterilizados, cuidados, algunos en tránsito, esperando hogar. A veces tengo que pedirle a Catalina que paremos un poco, porque no se trata solo de cantidad, sino de calidad de vida para ellos”, comenta entre risas sinceras.
Ese vínculo profundo con los animales ha dejado de ser solo una convicción personal para convertirse en una línea estratégica de gobierno. Bajo su liderazgo, Risaralda avanza en la construcción de su primera Política Pública de Bienestar Animal, con un horizonte de diez años que busca proteger no solo a los animales de compañía, sino también a los del campo, los silvestres y toda la fauna del territorio.
UNA PRIORIDAD EN ESTA ADMINISTRACIÓN

“Los animales tienen derechos, y quienes los cuidan, tienen deberes. El Estado también», afirma el gobernador con claridad.
Y aunque en Colombia ya existen treinta y seis políticas públicas similares, Risaralda apenas está formulando la suya. ¿Por qué se tardó?
“No es fácil la tarea. Siempre hay costos, y para otras administraciones puede haber sido más urgente invertir en otros temas. Pero nosotros creemos que el bienestar animal hoy tiene un lugar en la agenda política, tanto nacional como internacional”.
Desde su perspectiva, los animales de compañía se han convertido para muchas personas en miembros reales de la familia. “Quienes tenemos animalitos sabemos lo que duele perder a uno, lo difícil que es no poder atenderlos bien o no contar con ayuda del Estado, sobre todo cuando se tienen pocos recursos”, dice.
Por eso su administración decidió actuar. La política que construyen no es un documento hecho a puerta cerrada, sino una construcción colectiva. En los catorce municipios del departamento se están realizando mesas participativas con asociaciones, alcaldías, fundaciones, concejales y ciudadanía en general.
UNA POLÍTICA QUE NACE EN COMUNIDAD
«Una política pública no se hace desde una oficina. Se construye con la comunidad», reitera.
La idea es que esta política sea presentada ante la Asamblea Departamental para su aprobación como ordenanza, lo cual garantizaría su institucionalización y financiación. Además, se ha concebido alineada con la política nacional, lo que permitirá acceder a recursos del nivel central para su implementación.
“Hoy estamos en la fase de construcción; luego vendrá la aprobación y, finalmente, la ejecución. Queremos que sea una política que trascienda este gobierno y quede como compromiso de Estado”.
HECHOS, NO PROMESAS

Mientras tanto, las acciones concretas ya están en marcha. Más de mil esterilizaciones en los catorce municipios, jornadas de vacunación y desparasitación, atención veterinaria gratuita y campañas educativas como ‘Risaralda cuida con amor’ son parte de los avances.
La Lotería del Risaralda, entidad cercana al corazón del gobernador, ha brindado ayudas a hogares de paso y fundaciones. Desde la Secretaría de Gobierno también se están fortaleciendo las medidas para prevenir y sancionar el maltrato animal.
“Esta es una administración que cree en el bienestar animal como política pública, pero también como principio ético. Aun sin tener aprobada la política, ya estamos haciendo las inversiones que se necesitan”, sostiene.
Juan Diego Patiño no convirtió su hogar en un refugio para ganar simpatía. Lo hizo porque así entiende el mundo. Porque cree que el respeto a los seres sintientes también define el carácter moral de una sociedad. Su apuesta es clara: hacer de la política una extensión de la compasión, y del gobierno, una herramienta para cuidar a quienes no tienen voz.
Fotos: Prensa Gobernación de Risaralda