
El proyecto, no solo transforma el grano de café, también la visión de vida de los jóvenes rurales, quienes ya prestan servicios de maquila a productores de la región. La Gobernación de Risaralda aporta al sueño de estos jóvenes.
Quinchía, Risaralda, 3 de agosto de 2025.
En el municipio de Quinchía, estudiantes del Instituto Técnico Agropecuario Naranjal convirtieron una necesidad local en una iniciativa ejemplar: Café Naranjal, una marca propia con materia prima cultivada, transformada y empacada por ellos mismos como parte de su Proyecto Pedagógico Productivo.

Gracias al respaldo institucional, especialmente de la Gobernación de Risaralda, los jóvenes cuentan hoy con maquinaria para tostar, moler y empacar café, además de formación técnica que les permite, no solo aprender todo el ciclo productivo, sino ofrecer servicios de maquila a caficultores de la zona.
“Lo que estamos evidenciando hoy es el proceso completo de transformación del café pergamino seco, que normalmente un campesino vendería en la cooperativa. Aquí lo recibimos, lo transformamos y lo entregamos empacado, listo para el consumo”, explicó José Luis Ladino Galeano el docente de emprendimiento que acompaña el proyecto.

La iniciativa nació como respuesta a una realidad innegable: el 90 % de los estudiantes proviene de familias cafeteras. Por ello, el colegio decidió apostarle a un proyecto que además de darle valor agregado al grano, aportara al conocimiento de los jóvenes.
Desde sexto grado, los estudiantes aprenden todo lo relacionado con la selección de la semilla hasta las labores de cosecha y transformación del grano. Ya en los grados superiores, aplican estos conocimientos en procesos de ‘tostión’, molienda, empaque y comercialización. Esto les permite salir con competencias académicas y con herramientas prácticas para emprender o insertarse en el mercado laboral rural especializado.

Para la población juvenil de la vereda Naranjal de Quinchía, esta es una clara motivación para permanecer es su municipio y no salir a buscar un proyecto de vida lejos de casa. Ahora saben que desde sus fincas pueden generar ingresos propios. Cada día se afianzan más en el manejo de las herramientas necesarias para transformar el producto insignia de las montañas risaraldenses.
“Bueno, mi deseo con el aprendizaje que estoy recibiendo por parte de mi institución es poderlo poner en práctica más adelante en mi vida profesional.” señaló la estudiante María del Carmen Tabarquino.

El impacto del proyecto ya se refleja en decisiones de vida de algunos egresados, quienes han optado por especializarse como baristas, catadores o colaboradores en tiendas de café especializadas.
Para otros, como Víctor Tapasco, actual estudiante, la motivación es continuar el legado familiar con una visión diferente: “mi abuelo siempre ha tenido toda su vida en una finca cafetera, pero lo que él siempre ha hecho es llevarlo y venderlo a las cooperativas. Entonces, la idea que tenemos nosotros es tomar ese café de nuestras familias, venir y hacerle el debido proceso y crear nuestra propia marca”.

El compromiso institucional ha sido clave para el fortalecimiento de esta experiencia, que integra la educación, la economía rural y el emprendimiento juvenil.
Fotos: Prensa Gobernación de Risaralda