Noelia García Pérez, Universidad de Murcia
Imaginen el Museo del Prado sin obras como El Descendimiento de Roger van der Weyden, Carlos V en la batalla de Mühllberg de Tiziano, El retablo de Doña María de Aragón del Greco o Adán y Eva de Durero.
En 2022, con motivo de la primera edición del itinerario El Prado en femenino, el Museo editó un vídeo que respondía de forma muy elocuente a la pregunta de qué habría sido del Prado sin las obras adquiridas por mujeres. En menos de un minuto podíamos comprobar cómo varias de sus piezas más representativas, entre ellas las ya mencionadas, desaparecían de las salas hasta dejar algunas de ellas completamente
Desde la fundación del Museo a la formación de sus colecciones
Al hablar de estas promotoras artísticas, nos referimos a figuras como Isabel de Braganza, fundadora del Museo. También a Isabel II, quien tras la muerte de su padre, Fernando VII, indemnizó económicamente a su madre y a su hermana para mantener unidas las obras que integraban el Real Museo de Pintura y Escultura.
Pensemos ahora en María de Hungría, Isabel Clara Eugenia, Margarita de Austria, Cristina de Suecia, Isabel de Borbón, Mariana de Austria, María Luisa de Orleans, Mariana de Neoburgo o Isabel de Farnesio. Todas desempeñaron un papel decisivo en la formación de la antigua colección real y, por consiguiente, en el actual Museo.
Ellas son solo algunas de las protagonistas de El Prado en femenino, un proyecto que surge con el propósito de visibilizar la extraordinaria aportación de las mujeres a la historia del Museo.
Tal como ha señalado su director, Miguel Falomir, probablemente el Prado sea el museo europeo en cuya configuración las mujeres han tenido un papel más decisivo, ya fuera como coleccionistas, promotoras o contribuyendo a su fundación y preservación. De hecho, como hemos visto, si retiráramos de las salas del Museo las obras que llegaron gracias a ellas, la calidad del conjunto decrecería de forma alarmante.
Sin embargo, son tantas y tan destacadas, y es tal su aportación, que es imposible abordarlas de manera conjunta en un único encuentro científico o en un solo itinerario expositivo. Por este motivo, comenzamos el pasado año estudiando aquellas mujeres cuyas actuaciones coincidían con los años comprendidos entre el nacimiento de Isabel la Católica y la muerte de Isabel Clara Eugenia (1451-1633).
Avanzando en la cronología
En la segunda edición, que se podrá visitar hasta el 8 de septiembre, avanzamos hacia el siglo XVII para centrar nuestra mirada en aquellas mujeres cuyas vidas quedan enmarcadas entre las figuras de Isabel de Borbón y Mariana de Neoburgo (1602-1700).
El patronazgo que emprendieron estas reinas, regentes, gobernadoras y emperatrices y su relación con la formación de las colecciones del Museo del Prado conforman un nuevo itinerario expositivo formado por 34 piezas –nueve de las cuales permanecían en el almacén–.
La primera sección presenta a las protagonistas de este recorrido a través de una selección de retratos. Estos permiten examinar la construcción de la imagen de poder femenino de algunas de las mujeres más poderosas de la centuria y su relevante labor en el intercambio de retratos entre las cortes europeas del Barroco.
Es el caso de las representaciones velazqueñas de Mariana de Austria, Isabel de Borbón y María de Austria. O de los retratos de Ana de Austria, Mariana de Neoburgo o Cristina de Suecia realizados por Rubens, Luca Giordano y Sebastian Bourdon, respectivamente.
Las siguientes secciones están específicamente dedicadas a Mariana de Austria, Isabel de Borbón y Cristina de Suecia. Ellas, junto a Isabel Clara Eugenia, son las promotoras artísticas de este período que tienen una vinculación más estrecha con las colecciones del Prado.
Presentadas en este orden para facilitar el recorrido, comenzamos examinando la construcción de la imagen de Mariana de Austria. A la muerte de Felipe IV (1665), ella asume la regencia en nombre de su hijo, Carlos II. Fuertemente cuestionada en sus funciones políticas, la creación de una imagen de poder legítimo que mostrara estabilidad y continuidad y, al mismo tiempo, fortaleciera su autoridad en la corte se convirtió en una cuestión esencial. Los retratos de Velázquez, Carreño de Miranda, Herrera el Mozo o Rizi ejemplifican de manera muy elocuente la evolución de quien, tras asumir la regencia, llegó a convertirse en la mujer más poderosa de la Monarquía Hispánica.
A continuación, dirigimos nuestra mirada a uno de los encargos artísticos más destacados de cuantos Isabel de Borbón realiza como reina consorte, poco después de que su esposo, el rey Felipe IV, heredara la Monarquía Hispánica.
Se trata de un conjunto compuesto por, al menos, 26 pinturas destinadas a decorar la recién renovada Torre de la Reina en el Alcázar de Madrid. Isabel de Borbón confía esta tarea a su madrina y tía política, la gobernadora de los Países Bajos, Isabel Clara Eugenia, poco antes de 1623. Este encargo, en el que participan algunos de los principales pintores flamencos del momento, como Rubens, Snyders o Brueghel el viejo, nos acerca al intercambio de obras y a la creación de redes artísticas femeninas entre las cortes europeas del Barroco.
Posteriormente, exploramos el patronazgo de Cristina de Suecia, una extraordinaria amante del arte y la cultura y una de las más destacadas coleccionistas de la Edad Moderna. A ella se debe el conjunto más valioso de escultura clásica que custodia el Museo del Prado, pero también obras pictóricas tan fundamentales y representativas de sus colecciones como las tablas de Adán y Eva de Durero.
Mucho más que un itinerario expositivo
Este itinerario va acompañado de un libro centrado en sus protagonistas, cuatro piezas audiovisuales en coproducción con la Caixa Forum +, así como un ambicioso programa de actividades complementarias.
La continuidad y la participación transversal de las distintas áreas del Museo Nacional del Prado en este proyecto lo sitúan en la línea de las iniciativas que, en este ámbito, han desarrollado instituciones como el Rijksmuseum y la National Portrait Gallery.
Esto demuestra su firme compromiso por contar la historia más ampliamente y mostrarla desde un punto de vista más inclusivo. En un contexto en el que se demanda que los museos visibilicen el papel de la mujer en la historia del arte, el Prado no solo continúa trabajando para que las mujeres artistas tengan una mayor presencia en su colección permanente, sino creando nuevos relatos en los que las mujeres también sean protagonistas por derecho propio, como es el caso que nos ocupa.
A través de este proyecto, el Museo brinda un más que merecido homenaje a las promotoras artísticas, las patronas de las artes, las mujeres que impulsaron esta institución y contribuyeron poderosamente a formar sus colecciones.
Noelia García Pérez, Profesora titular de Historia del Arte. Universidad de Murcia, Universidad de Murcia
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.