- El talento chocoano, como Jhaer Hurtado y sus 18 compañeros de delegación brilla en los Juegos Nacionales Juveniles, inspirado por tradición y naturaleza de tu tierra.
Calima, Darién, 26 de noviembre de 2024. En el corazón del Pacífico colombiano, donde el río y la selva se entrelazan para contar historias de vida, el canotaje trasciende lo deportivo: es tradición, legado y esperanza. Allí, en las aguas del río Atrato, surge la historia de Jhaer Andrés Hurtado, un adolescente de 14 años que, con apenas siete meses de práctica, se perfila como una promesa de esta región a nivel nacional.
El Atrato, que serpentea con fuerza frente al malecón de Quibdó, no ha sido solo un escenario para Jhaer; ha sido su maestro y cómplice. Desde pequeño, los remos, las canoas, las chalupas y los bombos capturaron su atención. Sin embargo, fue Richard, un deportista de la categoría sub-21, quien lo motivó a remar y a soñar con la esquiva medalla de oro, por la cual trabaja con disciplina, esfuerzo y determinación.
Este año, gracias al Instituto de Deportes del Chocó, 18 jóvenes clasificaron a los I Juegos Nacionales Juveniles, llevando consigo no solo su habilidad, sino la esencia de una región que respira cultura, alegría y resiliencia. Para Jhaer, esta competencia en Tierra del Viento, en el Lago Calima, marca su debut en un evento de esta magnitud. Allí no solo ha enfrentado nuevos retos, sino que también ha compartido experiencias con deportistas de otras delegaciones que ya han alcanzado la gloria.
El apoyo de su familia ha sido fundamental. Sus padres, Jair y Alicia, lo alientan a dar lo mejor de sí en cada remada. Por su parte, Lubín Leudo Hurtado, entrenador, periodista y narrador deportivo, ha sido una figura clave en su desarrollo. Bajo su guía, ha mejorado en técnica y resistencia, pero también ha aprendido el valor del sentido de pertenencia y el orgullo de representar a su tierra.
“Nos llena de orgullo que uno de nuestros deportistas, con apenas siete meses de entrenamiento, haya llegado a la final del C2 500 metros. Esto demuestra que hay talento, pero falta trabajarlo. Aquí hacemos todo de forma muy artesanal, rústica. Nos hace falta apoyo técnico y científico para pulir este diamante”, señaló Lubín Leudo Hurtado.
Este estudiante de noveno grado en el Gimnasio de Educación Media de Quibdó, combina su pasión por el fútbol con el canotaje, donde ha encontrado una conexión única con la naturaleza. “Entrenar en el Atrato me da fuerza y tranquilidad”, confiesa con una sonrisa tímida. También dedica tiempo a las artesanías y las tradiciones ancestrales de su región, un legado que lo llena de identidad y propósito.
En el Chocó, el canotaje no es solo un deporte: es un estilo de vida. No obstante, el éxodo de talentos hacia otras regiones en busca de oportunidades educativas ha dificultado consolidar el desarrollo deportivo local, lo que hace aún más valiosa la presencia de jóvenes en competencias nacionales.
Hoy, Jhaer Andrés Hurtado lleva el río Atrato en el corazón. Con cada movimiento del remo sobre su canoa, simboliza inclusión e integración, un homenaje al entorno natural pero también que allí no solo se forjan campeones, sino seres humanos arraigados en sus raíces y comprometidos con un futuro construido desde sus propias tierras chocoanas.