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Ricardo Gómez Val, Universitat Internacional de Catalunya
La obra de Antoni Gaudí (1852-1926) se desarrolló en plena revolución industrial, desde finales del siglo XIX hasta principios del siglo XX. Un periodo de intensos cambios sociales, culturales y políticos, en paralelo a un avance tecnológico que transformó el mundo. Gaudí revolucionó la arquitectura a través del uso de la tecnología y de los materiales. Por ejemplo, las curvaturas de los elementos que se asemejan al espinazo de un animal que se eleva por huecos imposibles en el interior de Casa Batlló.
Mundialmente conocido por su arquitectura expresiva y sus alardes espaciales, los diseños que nacían de la imaginación de Gaudí requerían materiales tecnológicos que aún no existían.
Gaudí, a partir de la observación de la naturaleza, introdujo el uso de curvas y ondulaciones. Un ejemplo de ello es el uso de la catenaria, que ya se utilizaba en la construcción de puentes suspendidos, pero que él llevó a la Sagrada Familia, las buhardillas de La Pedrera y los pasadizos inclinados del Park Güell. Para hacerlos realidad tuvo que innovar y conseguir materiales que hicieran posibles esas nuevas formas y contar con un equipo de profesionales capaces de afrontar nuevos retos.
El reto de curvar la madera
Gaudí aprendió en la infancia a optimizar el uso de los materiales en el taller de calderería de su padre, en la casa familiar. Allí conoció en profundidad los diferentes materiales metálicos que luego utilizó a lo largo de su vida, además de la madera y la cerámica.
Cuando finalizó los estudios en Barcelona comenzó a trabajar como arquitecto y ya desde sus primeros trabajos se observa el cuidado y optimización en la selección de los materiales adecuados a cada encargo profesional.
Su primer proyecto realizado fue la Cooperativa Mataronense (1878), un edificio industrial situado en una ciudad textil cercana a Barcelona. Para darle forma, Gaudí utilizó como material estructural la madera, pero de una forma totalmente innovadora.
Las cerchas que cubren la nave principal son arcos parabólicos que Gaudí consiguió ensamblando piezas de madera maciza con uniones metálicas.
Hasta entonces, la madera solo se había utilizado de forma lineal, y Gaudí logró curvarla. Así se inició el desarrollo de vigas de madera laminada a lo largo del siglo XX que, mediante sistemas industrializados, se pueden curvar. Actualmente las podemos encontrar en numerosos pabellones deportivos.
Piedra móvil y acero ondulado
Otro material con el que Gaudí trabajó profusamente pero de una manera innovadora fue la piedra natural.
La fachada de la Casa Milà (1906-1912) está realizada mediante piedras atirantadas con perfiles metálicos. Esta estructura de acero insertada en la fachada convierte un material pesado y macizo como es la piedra natural en una superficie volátil y ligera que nos recuerda al mar mediante su movimiento ondulado.
Reutilización de materiales
El mosaico había sido un recurso estilístico muy utilizado desde la antigüedad pero Antoni Gaudí le dio un nuevo uso en sus obras a finales del siglo XIX.
Gaudí utilizaba baldosas, platos y vidrios rotos para cubrir superficies, creando con estas piezas mosaicos coloridos con vida propia, como los que revisten el dragón del Parque Güell o los pináculos de las torres de la Sagrada Familia.
El artista catalán había diseñado un nuevo sistema, el trencadís (término de la lengua catalana que podría traducirse como troceado o ‘roto’), que se basa en el reciclaje y la reutilización de fragmentos de cerámica rota, un tipo de mosaico novedoso que caracteriza su obra.
Cemento y hormigón para el Palau Güell y la Sagrada Familia
Por último está el uso del hormigón armado como material innovador. Se trata de un material totalmente industrial y con el que Gaudí contó en cuanto tuvo ocasión, ya que estaba convencido de sus buenas propiedades mecánicas.
Experimentó con las propiedades de los cementos naturales en el Palau Güell (1886-1890) investigando sobre sus capacidades mecánicas. Y pudo hacerlo gracias a que su amigo y benefactor, Eusebi Güell, construyó la primera fábrica de cemento portland en Castellar de n’Hug (1904).
De hecho, en el proyecto de la Sagrada Familia (1883-1926) ya incorporó el uso del hormigón armado para la futura construcción de las columnas centrales de esta basílica. De esta forma fue posible ejecutar la torre central, que alcanzará los 172 metros de altura cuando esté finalizada.
Fotos y maquetas
El taller de Gaudí no solo era creativo: era un centro experimental para ensayar nuevos materiales que fueran adecuados para cada uno de sus proyectos.
Antes de levantar la Cripta de la Colonia Güell, donde ensayó todos los avances que después llevó a la Sagrada Familia, creó una maqueta esterostática para visualizar en tres dimensiones la estructura de la iglesia. También utilizó maquetas para comprobar sus cálculos previos a la construcción de edificios, como los viaductos del Parc Güell.
Gaudí era un arquitecto absolutamente moderno. La experimentación, el cuidado por el detalle y el interés por la innovación le acompañaron durante toda su vida. Hoy seguimos aprendiendo de él.
Ricardo Gómez Val, Profesor lector, Subdirector Escuela de Arquitectura, Universitat Internacional de Catalunya
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.