Panamá tiene una de las mayores áreas de humedales costeros en Latinoamérica y su “increíble” capacidad de absorción y almacenamiento de emisiones de carbono suponen una “solución natural para luchar contra el cambio climático”, según afirmaron este lunes en una entrevista con EFE investigadoras asociadas al Smithsonian Environmental Research Center.
“Los manglares son bosques que capturan emisiones que se dan por diferentes actividades industriales”, explicó la gerente del Laboratorio Collin del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI), Tania Romero.
La experta en medición de carbono resaltó que la conservación de manglares, praderas marinas y marismas ayuda a proteger las costas de los actuales efectos de la crisis climática, como la erosión, el aumento del nivel del mar, las tormentas y la filtración de la suciedad del agua para mantener su calidad.
De acuerdo con Romero, el país centroamericano posee alrededor de 170.000 hectáreas de manglares repartidos entre ambas costas, aunque “el mayor porcentaje está en el Pacífico por las condiciones geomorfológicas y geológicas del país”.
“De Centroamérica, Panamá tiene el territorio más grande de manglares”, argumentó Hannah Morrissette, biogeoquímica e investigadora asociada al Smithsonian Environmental Research Center en Mesoamérica y el Caribe, quien destacó que en otros países de la región la captura de carbono también es muy alta.
La especialista en humedales costeros ha participado en proyectos como el ‘Belize Blue Carbon’, que registró que los manglares en Belice almacenan más de 25 millones de toneladas de carbono.
Para la investigadora estadounidense, este es un gran hallazgo, pero los resultados en Panamá podrían ser más optimistas, pues los manglares de Belice son tan solo un tercio de los que tiene el país panameño.
Revertir el impacto humano
A pesar de los beneficios que ofrecen al medioambiente, las investigadoras coinciden en que estos ecosistemas “están en riesgo” por el impacto del ser humano, en particular por las consecuencias del fuerte desarrollo urbano y la expansión de la ganadería, la agricultura y la acuicultura.
“No podemos negar el alto impacto humano en los humedales, esto ha pasado en los últimos cien años, hemos perdido la mayoría de los manglares y pastos marinos, estos ecosistemas viven una amenaza global”, advirtió Morissette.
Para protegerlos, Romero aboga por un “cumplimiento y un seguimiento real” de las leyes y regulaciones que ahora existen respecto a los humedales en Panamá.
“Uno de los principales factores para prevenir los impactos y la degradación sería que las leyes sean aplicadas y que se dé seguimiento a las mismas” y, también, que se mantenga la “educación ambiental” de las comunidades, añadió la científica panameña.
Por su lado, Morissette apuntó que el trabajo de investigación y la recolección de datos de proyectos, como los que realiza el Smithsonian Environmental Research Center, “son base para conocer estos ecosistemas” y así poder elaborar “políticas climáticas y de conservación” que van en línea con las metas del Acuerdo de París y la Agenda 2030.
Fuente: EFE
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