El dólar estadounidense es la moneda dominante en el comercio y las finanzas globales y representa casi el 60 % de los bancos centrales del mundo (en 1999 era el 71 %). Además, la economía estadounidense es la más grande del mundo, por lo que sus éxitos y fracasos tienen un impacto significativo en la economía global.
Cuando, en 1944, se firmaron los Acuerdos de Bretton Woods, se estableció el dólar estadounidense como moneda de reserva mundial.
Esa vinculación de monedas nacionales al dólar estadounidense es lo que se conoce como dolarización.
Desvincularse del dólar
En la cumbre de los BRICS (foro de países emergentes integrado hasta 2024 por Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica) celebrada el pasado verano en Johannesburgo se planteó la desdolarización de sus países miembros. La desvinculación de las monedas nacionales de la moneda estadounidense ha venido ganando interés por el progresivo aumento de poder de los países asiáticos y la paulatina pérdida de hegemonía de EE UU.
Los BRICS buscan ahora desafiar el liderazgo global estadounidense. Una de las razones de la creación de un nuevo mundo multipolar es económica: debilitar económicamente a Estados Unidos e intentar destronar al dólar estadounidense.
China y Rusia son dos de los países que más han estado presionando, mediante el control del precio del petróleo y el gas, para lograr la desdolarización, pues son importantes rivales geopolíticos y económicos de Estados Unidos.
Con la incorporación –el 1 de enero de 2024– de Irán, Arabia Saudí, Egipto, Etiopía y Emiratos Árabes Unidos, la alianza, que ha pasado a llamarse BRICS+, gana en poder geopolítico. Y en caso de desdolarización ganaría independencia económica.
Hay numerosos factores que explican porqué los BRICS+ pueden querer dejar de alinear sus monedas con el dólar. Buscan incrementar su influencia en la geopolítica y la economía global, ser más independientes de la moneda estadounidense, minimizar su vulnerabilidad ante las políticas monetarias de EE. UU., aumentar su soberanía económica, diversificar el riesgo-moneda, promover la integración económica en sus regiones y, finalmente, también desafiar la hegemonía norteamericana en el sistema financiero mundial.
Desafiar el liderazgo mundial
Algunos expertos apuntan a que las sucesivas crisis de los últimos años y los avances tecnológicos en el área financiera han impulsado el interés en reducir la dependencia del dólar estadounidense ya motivado por las preocupaciones relativas a la influencia política y la estabilidad económica.
El dólar estadounidense, en su papel de moneda de reserva mundial, no sólo ha proporcionado a EE UU fuerza y poder económico sino que, además, le ha otorgado un lugar importante en la geopolítica global.
Tras la gran recesión de 2008, los problemas provocados por el confinamiento, los cortes en la cadena de suministros y la subida de la inflación pusieron de relieve las debilidades del sistema financiero estadounidense que, por la dolarización, han afectado a las economías de otros países que dependen de las tasas de interés, la deuda y la producción económica de EE UU.
Si estos factores económicos internos afectan negativamente a los países que tienen al dólar como moneda de reserva, la inestabilidad que esto conlleva contribuye al impulso hacia la desdolarización.
A cambio, la puesta en riesgo de la estabilidad del sistema económico global sería la mayor amenaza económica en caso de una desdolarización globalizada.
Diversificación y equilibrio
Si bien el dólar estadounidense perdería gran parte de su valor, la desdolarización conduciría a un sistema monetario global más diversificado y equilibrado, fortalecería las monedas locales, mejoraría la estabilidad económica de los países en desarrollo y reduciría su vulnerabilidad ante las crisis externas.
Pero, por otra parte, estos países también quedarían expuestos a una mayor volatilidad del tipo de cambio y a mayores costos de endeudamiento si los tipos de interés de su sistema financiero dejan de depender de una institución tan estable como la Reserva Federal estadounidense. Además, sus instituciones financieras emitirían deuda en otra moneda fuerte que podría ser más cara que el dólar.
José Antonio Clemente Almendros, Profesor Titular de Universidad, UNIR – Universidad Internacional de La Rioja ; Florin Teodor Boldeanu, Lecturer in Economics, SKEMA Business School y Samer Ajour El Zein, Profesor de Finanzas , EAE Business School
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.